jueves, 18 de septiembre de 2008

Cumpleaños Lejano

Entro a la embajada chilena, el dueño de casa (embajador) y su pareja (una famosa escritora chilena) nos dan la bienvenida uno a uno.

La fila era eterna, muchos chilenos dieron la vuelta a la cuadra.

Tiraron la casa por la ventana: Ostras traídas por Jumbo, ceviche en pocillos de greda, completos con palta y chucrut, etc, etc. Manjares típicos chilenos que acá no se ven y que fueron degustados por todos los chilenos residentes que fueron invitados.

Pero mi corazón me dijo que no podía más. Y luego de escuchar y ver en la pantalla gigante el saludo de la Presidenta de Chile, quien finalizó con un "Viva Chile" al que procedió la canción nacional con imágenes de mi querido país, no pude evitarlo.

Mi piel erizada, mi pecho apretado y mis ojos nublados. Cachaba que estaba en un acto solemne y que tenía que comportarme a la altura. Y aunque prometo que me esforcé, no pude y mis lágrimas corrían y corrían como Río Loa. Diminutas pero persistentes. Me avergüenza llorar en público y me enojo conmigo misma por no poder controlarme.

Es tremendo estar afuera. Te desgarra el alma. No soy ni "pollerúa" con mis papás, ni "pegote" con mis amigos. De hecho, ellos bien saben que soy amiga desatenta, ingrata y muchas veces desapegada, pero no por eso poco leal. Sólo descuidada. Prometo no serlo más. Prometo cuidarlos y agradecerles con más conciencia el ser "oreja", el ser "una mano". Sólo "ser".

Y mientras la señora con cara de frentista que estaba delante mío, agitaba sus brazos y gritaba en el estribillo: "O el asilo contra la opresión", de nuestro himno nacional, me daba cuenta que las heridas no han sanado. Y que quiénes se fueron, hoy retornan a un país que ya no es de ellos. Del que ya no se sienten parte y del que también nosotros les hemos excluído.

No es un pueblo, ahora hay autopistas y tiene mall.
No es un colegio, ahora son sedes con preunivertiario incluido.
Ya no está la Señora Juanita que va al almacén, porque este negocio murió con los megamercados.
Y no hay espacio para ti, que te fuiste por opción tuya o impuesta.

No me maliterpreten. Curiosa experiencia. Nos ha servido mucho para estar con la familia y por fin entender la diferencia entre calidad y cantidad de horas que entregas a tus hijos. Ahora, sólo quiero llegar. Besar mi tierra, ver salir el sol por la cordillera y VER LA PUESTA DE SOL EN EL MAR. Ya no quiero ver desaparecer el sol entre edificios, dándole la espalda al Río de la Plata.

Quiero que un borrachito me salude en la calle, escuchar un piropo de un maestro de la construcción, que mi mamá me tenga las humitas del puente Topater de Calama, las MEJORES DE CHILE, quiero que mis amigas me vuelvan a decir "vieja gomero" cuando nos reencontremos.

Ya fue suficiente. Ya estoy...

Gracias

viernes, 12 de septiembre de 2008

Héroes Amigos, dedicado a mi entrañable amigo Alexis

Existe un programa de Disney que se llama "Héroes Amigos", en él se explican las profesiones de manera tal que exaltan las virtudes de la pega y cuán útiles son a la sociedad.

Hace tiempo que me acordé de esta situación, mientras mis hijos veían esta serie.

Ocurrió en mi natal Chuquicamata. Yo tenía 14 años como mucho y había sacado la camioneta de mi mamá, una Chevrolet Silverado Full Equipo Automática... "Súper Guachin Güein!", como suelo decir a algo o alguien al que le atribuyo propiedades espectaculares.

Obvio, con una de mis secuases... Carmen. Ahí estábamos, piloto y copiloto, decidiendo nuestra trayectoria, a dónde nos llevaría tal joyita... No podíamos ser menos: AL COLEGIO. Fue en la tarde, se subieron varios, mal que mal, el carriol tenía espacio para TODOOOOOS, éramos flacos también.

Oficié de chofer, llevé a varios a donde me pidieron. Finalmente, ya no quedaba nadie y mi amiga me dice:
-"Vamos al Chilex", club social de la época.
- "Ni loca, por si me ve algún tío y le cuenta a los papás...".
- "Chuta, tenís razón..." silencio producto de la maquinación...
-"¡¡¡YAAAAA!!!, vamos al cementerio", dice mi amiga.
-"¡¡¡Qué buena idea!!!", asentí de inmediato.

Ustedes saben, pueblo chico, pocos lugares donde ir, era usual jugar a las escondidas en el cementerio... y muchos iban a pasear allá...
-"Que no se te queden las llaves puestas, puh Icha".
-"Jajajaa, nunca tan weona puh Carmenchu!!!", contesté.

Nos bajamos, cerramos las puertas y ZAAAAAZZZZZ, SE ME QUEDARON LAS LLAVES ADENTROOOOOOOOOOOO.

Nooooooo, el pánico se apoderó de mí. "Ahora sí que me van a mandar internada con las monjas", pensé con pavor.
- "Chuta Carmenchu, ¿qué hacemossssss?, son las 4 y cuarto y el papá llegará a las 5 y media a la casa... las llaves las encontré escondidas en su clóset... yo creo que tiene la original con él, en la oficina... aaaagggggghhhhh!!". No me podía controlar, las rodillas me tiritaban.
- "Vamos a la estación del Tío Lolo Callejas... a ver si nos puede ayudar". Era la estación de bencina que quedaba en la entrada de Chuqui...
- "¡¡¡Tíooooo!!!!, me tenís que ayudar o estoy frita, FRITAAAA!!". No sé qué cara desfigurada vió en mí... se apiadó y me repitió una vez más:
- "Te ayudo pero no me volvai a decir Tío, que no soy tan viejo" y agarró dos manojos de muchas llaves y partió con nosotras camino al cementerio... A PATA OTRA VEZ, o sea de ida y de vuelta... y el tiempo corría en mi contra.

Lo intentó, más de una vez, con todas y cada una de las llaves. Y no pasó nada. Nada de nada.

Mi angustia era eterna, ya estaba empezando a hacer arcadas de nervios... la hora, la hora y mi papá iba a cachar que no estaba la camioneta... y mi mamá en Santiago... o sea... NO TENGO COARTADA...

- "Sorry flaca, para la otra te ayudo", fue lo que me dijo y emprendió su camino solo de regreso.

No recuerdo de dónde, no sé si estaba con nosotras... pero aparece él... mi gran amigo Alexis. Con un picante alambre sucio y oxidado entre las manos...

- "Veremos qué pasa..."

Nos hicimos a un lado... y él metió con gran destreza el fierrito entre la ventana y la puerta.

- "Nop, parece que el ganchito lo tengo que marcar más..." y arreglaba el alambre de porquería...

- "Mmmm... parece que mejor asá..." y yo sentía que me moría...

- "Esperemos un rato, hay que ser pacientes..." repetía... mientras ya yo estaba calva.

CLICK!!!!, saltó el seguro de la puerta del conductor.

Me puse a saltar, brincaba como canguro loco de acá para allá... le di un abrazo eterno y apretado (eso recuerdo yo por lo menos), con muchos "gracias, gracias, gracias, gracias..." interminables.

No sé si fui a dejar más gente... sólo sé que llegué a la casa 10 minutos antes que llegara el papá... Me sentaba en la pieza con tele, en el living con un libro... música en la sala de estar... ufff!! de todo para calmarme y poner "cara de nada".

Sentados en la mesa, hora del té el papá me dice:

-"¿A dónde fuiste con la camioneta de tu mamá?".

QUÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉ!!!, ¿cómo sabe?, en ésa época los GPS no existían...

- "Ah?!!!" fue mi respuesta en tono de pavo.
-"La camioneta, ¿a dónde fuiste con ella?. Me llamó el carabinero que llevo todas las mañanas con su hija y que dejo cerca de la escuela. Era para avisarme que ya te habían visto varias personas y que habías recorrido gran parte de Chuqui".

Morí. ¿Por qué una obra samaritana como el acarreo se volvía en mi contra?.


Bueno, este post está dedicado a mi querido amigo Alexis Lorca. El Héroe Amigo de Chuquicamata... de ese tipo de héroes anómimos que merecen nuestra eterna gratitud. Si no huebiese sido por ti, mi papá habría tenido que ir a buscar la camioneta al cementerio.

¿Y a su hija?. No. Era tanto el susto que tenía que seguro me habría auto exiliado sola.